POR: Francisco Javier Castellón Fonseca
Emocionado hasta las lágrimas, presencie esta mañana la transmisión en vivo del concierto de la banda Couich en Estocolmo, en el marco de un festival internacional de música y danza. El sincretismo que han logrado entre los ritmos de nuestros pueblos originarios con la banda de viento que ya poco tiene de sinaloense, le han dado a la banda un sonido único y espectacular.
El concierto, que duró poco menos de una hora fue una demostración musical y dancística verdaderamente sin igual. Presenciar los rostros sorprendidos de los suecos ante la avalancha de sonidos y colores que emanaban desde el templete colocado en uno de los parques de la capital nórdica, fue realmente emocionante. Ya ni se diga de los colombianos, peruanos y brasileños que empezaron a brincar de manera natural y sin reservas.
Me dio muchísimo gusto ver a estos jóvenes artistas santiaguenses triunfar en un escenario tan lejano e hipotéticamente frío. La banda Cohich demostró que el lenguaje universal de la música transmite el ritmo galopante de un corazón latinoamericano que llenó de calor a la multitud.
El final del concierto fue realmente delirante, con el corrido de Nayarit cantado como nunca y con la multitud entregada. Qué hermosa experiencia y que orgullo para quienes somos sus fieles admiradores. Ojalá lo puedan ver.



